+27 de Agosto de 1975+
Los días se me habían pasado volando, ya no hacíamos nada en clases, ya habíamos terminado todo y ahora eran mis últimos momentos en este instituto que me había hecho pasar los mejores 8 años de vida. Caminaba y recorría toda la institución, traía muy buenos recuerdos.
Elizabeth: (Hablando conmigo misma) Wau, 8 años después de que me fui, ¿Seguirá todo igual? ¿Me segaran tratando igual?
No podía dejar de pensar en que, tal vez, no volvería a ser los mismos conmigo, solo me entusiasmaba volver a ver a mi mejor amigo, a mi acompañante incondicional en cuanto a travesuras, a Michael.
Volví a mi habitación y tome mi maleta, al parecer si habían acordado de mí, me enviaron un boleto de regreso a… ¿Los Ángeles? Si así era, se habían cambiado de casa, por lo menos no iría a donde me trataban con ganas de matarme. Salí y me encontré con mis mejores amigas.
Elizabeth: Las extrañare mucho, espero volvernos a ver.
Abril: Claro que nos veremos, y te pagare la apuesta te llevare a un concierto de “Il Volo” todas iremos.
Cintia: ¿Qué? No, yo no pienso escuchar esos gritones.
Las tres nos empezamos a reír, y bueno en cuanto a la apuesta, era hacerle una broma a la maestra mas gruñona y quien lo hiciera se ganaba lo que quisiera, y en cuando al comentarios de Cintia, estaba un poco harta, decía que me había obsesionado.
Caminamos hacia afuera del instituto y lo vimos por última vez de pie, ya que lo demolerían, por suerte no estaría ahí cuando eso sucediera.
Cintia: ¿Te trajiste el uniforme puesto?
Elizabeth: (Viéndome) Creo que fue la costumbre…
Abril: Si claro, y aparte que a ti es a la única que se lo hicieron con mejor diseño.
Elizabeth: Jajaja, eso no es cierto.
Cintia: Si lo es, mira a ti es a la única que le luce, a todas las demás la falsa era más larga y el chaleco más feo.
Bueno si era cierto, a mi me lucia mas el uniforme, pero era porque yo me llevaba muy bien con Diana, si hacia trampa, todos nos fuimos al aeropuerto, unos a despedirnos y otros para irse.
Cintia: Espero verlas pronto chicas se cuidan.
Elizabeth: Lo mismo te digo y para lo que quieras envíame cartas, te enviare una con mi nueva dirección.
Cintia: Esta bien las quiero tontas.
Las tres nos abrazamos y cada quien para su rumbo, y como la última vez que me había alejado de alguien que me importaba “Deja de mirar hacia atrás siempre mira hacia adelante y hacia arriba” y lo volví hacer, sin mirar para donde se fueron tome mi vuelo de vuelta a casa.
Mire hacia la ventana, miraba las nuches de abajo, parecía que caí una horrible tormenta por donde estaba pasando, estaba nerviosa me sudaban y me temblaban las manos, solo los había visto en la televisión pero no había hablado ni nada, ni siquiera me habían venido a visitar ni yo a ellos.
Mientras pensaba como me iría con ellos agarre mi peluche y me dormí con lo en los brazos, si el mismo peluche que me había acompañado desde quien sabe cuántos años.
Después de varios años sin verlos más que en una pantalla, los volvería a ver, a abrazar y a hablar con ellos, estaba ilusionada en una parte pero en otra, tenía miedo, mucho miedo, miedo de que ya no me quisieran igual, miedo de que ahora ya no les importara en lo mas mínimo.
¿Seria, todo eso que estoy pensando, realidad? ¿Sera que estoy exagerando? No se, simplemente sacaba deducciones de lo que podía pasar, conocía bien a mi familia, pero en los últimos años que no se habían comunicado me había hecho pensar, que al igual que yo, ellos habían cambiado, ¿Para bien o para mal? Tampoco lo sabía, esperaba que para bien.
La mayoría del vuelo me la pase dormida, cuando desperté solo faltaba unas pocas horas para llegar a Los Ángeles, me senté bien y guarde mi osito del peluche que tantos años había estado conmigo, una señorita vino y me ofreció algo de comer y tomar. Me dio un sándwich y un jugo de naranja, lo tome de buena gana, y solo lo miraba, no traía nada de hambre, bebí un poco del jugo y comí un poco del sándwich y no mas, estaba más que nerviosa. Con una servilleta, que tenía en la mano, empecé a jugar la doblaba y rompía, solo por los puros nervios.
Elizabeth: (Hablando conmigo misma) ¡Ya Elizabeth, vasta, deja de pensar tonterías! Ellos te quieren tanto o más de lo que tú los quieres a ellos, si no fuera así jamás te hubieran apoyado.
Me reprochaba a mi misma la forma en que desconfiaba en el amor de mi familia, ¿Cómo podía pensar algo así de ellos? Me habían apoyado tanto y yo con mis incoherencias de decir que ya no me querían, ¡Tonta! Es como me decía a cada rato.
Casi llegábamos faltaban por lo menos una hora, una hora era lo que me separaba de mi familia, suspiraba a cada rato tratando de bajar mis nervios, me tronaba los dedos y miraba para los lados.
No encontraba con que rayos relajarme, metí mis manos a mis bolsillos de la chaqueta que llevaba y me encontré con un papel, lo saque y lo vi, estaba doblado a la mitad y tenía mi nombre escrito en letra cursiva, distintiva de Abril. La abrí y me encontré con un mensaje de cada una.
“Elizabeth:
Se que vas asustada, se que tienes miedo de lo que te espera, se que no te puede ayudar, pero no debes de sentirte así, tu familia te ama, más de lo que te puedes imaginar, y te dejo este mensaje para decirte que yo también te quiero y siempre estaré contigo para lo que necesites amiga, solo grita mi nombre y apareceré por obra de magia.
Te quiere, tu amiga Abril”
La hermosa letra cursiva, siempre tan perfecto y muy bien escrito pero también estaba Cintia.
“Liz:
Yo no te diré palalvras palabras cursis como lo dice acá nuestra otra amiga, solo te quiero decir que siempre contaras, incondicionalmente con mi apoyo y comprensión, tú fuiste mi primer mejor amiga y me duele separarme de ti, pero siempre por medio de una carta de deseare lo mejor y ánimos vas a ver a las personas que siempre rogaron que volvieras no seas tonta sonríe, por lo menos sonríe por nuestra amistad.
Bueno ya sabes quién soy, si no soy Cintia.”
Si tenía a dos amigas totalmente diferentes, pero eso me complementaba, por un lado, la linda, limpia y ordenada de Abril, por otro lado la desordenada y rebelde de Cintia y yo creo que quedaba en la mitad de las dos.
Sus cartas me hicieron sonreír, más de lo que me pude imaginar, siempre tan buenas y amables conmigo, las adoraba por ese tipo de detalles, guarde la carta en mi bolsa con mucho cuidado y mis nervios se habían esfumado, estaba más tranquila y no paraba de sonreír, de verdad sus palabras me habían hecho recapacitar todas las idioteces que decía.
Ya por fin la hora que me separaba de mi familia había acabado, las aeromozas nos pedían que nos pusiéramos los cinturones y el avión comenzaba a descender, se sintió cuando toco el suelo, apreté los puños y suspire a la vez que sonreí.
Baje emocionada me di cuenta que había llegado de tarde a Los Ángeles, se supone quera ya 28, esperen ¿Mañana seria mi cumpleaños? Volvería a hacer las tonterías que hacíamos Michael y yo juntos. Después de divagar en esos pensamientos salí casi corriendo, buscaba mi maleta entre todas las demás, y la encontré. La tome y me dirigí hacia la sala de espera.
Empezaba a impacientarme, ¿Dónde estaban? Llevaba 15 minutos y nos los encontraba, me había puesto, otra vez, nerviosa, mordía mis labios y jugaba con mis mechones de cabello, pero algo me alegro los vi ahí estaban esperándome con los brazos abierto, volví a salir corriendo ahora en dirección a ellos y me sepultaron en un hermoso abrazo.
Elizabeth: Mamá, papá, no saben lo mucho que los he echado de menos.
Joseph: Ni tú te imaginas lo que nosotros también hemos sufrido por tu ausencia.
Katherine: Me alegra volver a verte, no sabes cómo ansiaba este momento.
La seguí abrazando pero me percate que solo ellos dos estaban ahí.
Elizabeth: ¿Dónde están los demás?
Joseph: No les avisamos que venias.
Elizabeth: ¿Pero porque?
Katherine: Una sorpresa, ven vamos, te contamos en el camino.